Introducción
El profesor, en su labor de conducción de la clase, es el responsable de mantener el orden y las condiciones adecuadas para un desarrollo eficaz del proceso de enseñanza-aprendizaje. La relación entre alumno y profesor es una variable que influye tanto en la creación de un buen clima en el aula como en el grado de satisfacción que alumno y profesor muestran en dicho proceso. Como es normal, en esta relación surgen conflictos. El maestro debe contar con estrategias y recursos para la prevención y resolución de conflictos, como por ejemplo, dirigir mensajes en primera persona al alumno en cuestión o aplicar la disciplina asertiva en el aula.
Conflictos entre estudiantes y profesores
Causas.
Falta de habilidades y canales de Comunicación.
La comunicación precaria crea un terreno especialmente fértil para el conflicto. Muchos conflictos pueden atribuirse a malos entendidos o percepciones erróneas de las intenciones, los sentimientos, las necesidades o las acciones de los otros.
Un ambiente intolerante.
Un aula intolerante es un aula hostil, en la cual hay desconfianza. Frecuentemente está fraccionada y simplemente es molesta, llena de estudiantes que no saben ser colaboradores, tolerantes o siquiera amables.
Una atmósfera competitiva.
Cuando hay una atmósfera muy competitiva en el aula, los estudiantes aprenden a trabajar compitiendo contra los demás, en lugar de trabajar con los demás.
Abuso de poder por parte del maestro: puede ser desconcertante pensar que al emplear mal su poder en el aula el docente pueda crear una gran cantidad de conflictos, pero es verdad.
En primer lugar, el educador tiene una influencia muy fuerte en los factores nombrados anteriormente y, en segundo lugar, puede contribuir a los conflictos en el aula siempre que:
Produzca frustración en un estudiante al fijarle expectativas irracionales o increíblemente altas.
Maneje una clase con muchas reglas inflexibles.
Continuamente acuda al uso autoritario del poder.
Establezca una atmósfera de temor y de desconfianza.
Estos problemas se presentan en cualquier momento, aun en las aulas mejor manejadas.
Pero cuando se vuelven parte de un estilo de vida en el aula es cuando causan un problema real.
Efectos
La escuela, al realizar sus funciones didácticas y pedagógicas, ejerce una influencia importante sobre los alumnos, no solamente transmitiendo determinados contenidos sino también a través de los contactos interpersonales entre los educadores y educandos. Sin embargo, la calidad de estas interrelaciones, en muchos casos, dista de ser ideal. Esto se debe, generalmente, a la formación de un clima inadecuado para la educación y la enseñanza.
La falta de un clima organizacional adecuado en la escuela, se palpa mediante la clara división existente entre los dominantes maestros y profesores, los sumisos alumnos y los relegados (el personal no pedagógico); esta división paraliza el efectivo funcionamiento del centro educativo. En vez de una convivencia coherente y unas acciones pedagógicas coordinadas conjuntamente, existe caos comunicacional y desorden en los contactos interpersonales. Cada una de estas mini-estructuras tiende a mantener su hermetismo: no permite el ingreso de los integrantes de los dos restantes a su territorio. La transición de las informaciones, vitales para la formación y la educación del educando, muchas veces se ve obstaculizada si no, imposibilitada.
Y cuando algún hecho oculto finalmente llega a la luz, termina muchas veces en mutuas imputaciones y acusaciones de incompetencia (el personal acusa a los educadores) como también de la falta de colaboración y lealtad (los maestros acusando al personal). A menudo, los testigos de estas riñas son los mismos alumnos. Los adultos lo facilitan llevando a cabo sus disputas y altercados en los corredores, en la secretaría, en la recepción y otros lugares públicos.
A veces, el conflicto se desarrolla también entre grupos formados por los mismos profesores, los cuales, sobre la base de simpatías y antipatías, crean clanes y círculos cerrados de compañerismo. Cuando un miembro de un determinado círculo se ve en apuros, los demás se levantarán en su defensa, aun cuando la razón puede estar en la otra parte. A estos conflictos se agregan también las cuestiones laborales, de remuneraciones, de horas extras, del reclutamiento del nuevo personal, etc.
El descontento de los profesores, su mutua rivalidad y celos, como también la agresividad interpersonal entre ellos, tiene que afectar sus relaciones con los alumnos. Los primeros, absorbidos por sus propios problemas y centrados en sus propias riñas, a menudo no están en condiciones de percibir la aparición o la intensificación de las conductas agresivas o de los actos de violencia en la escuela; frecuentemente, ellos mismos inspiran estas conductas. Experimentando los diferentes conflictos y no sabiendo resolverlos, transfieren su propio descontento e irritabilidad a los alumnos. Llegan a ser, entonces, demasiado susceptibles a las más mínimas faltas de los alumnos, a veces les imputan conductas reprochables, que en realidad nunca ocurrieron.
Consecuentemente, puede darse el caso que el alumno sea castigado por supuestos errores que no ha cometido. Dependiendo del tipo de castigo, de lo drástico del mismo y del grado de perjuicio que le produce, el alumno puede enfrentar situaciones difíciles: sentimiento de amenaza, de confusión y desconcierto, emociones que pueden ser compensadas con las diferentes formas de agresividad volcadas, principalmente, hacia sus compañeros más débiles.
Las consecuencias de los conflictos entre el director y los docentes son, sin embargo, mucho más serias. Dificultando la coordinación de las tareas educativas y la misma convivencia pueden perpetuar las actitudes negativas en los profesores y, sobre todo, en los alumnos. En estos primeros pueden implicar la pérdida de confianza, la deshonestidad profesional, el aislamiento, la enemistad y el sentimiento de inseguridad. Muchas de estas situaciones pueden terminar con fobias, con desordenes nerviosos y las depresiones, con los estados de frustración y hasta de psicosis (esquizofrenia y paranoia). Estos negativos modelos de conducta se potencian adicionalmente a través del temor por la pérdida del empleo. Los docentes toman conciencia sobre la inseguridad de su propio futuro personal y profesional –consecuencia del desempleo galopante, bajas demográficas, en el caso de las escuelas europeas, etc.- y entonces aceptan las humillaciones y el estilo dictatorial de los directores. Se auto-reprimen en el deseo de disenso y en la crítica de las decisiones injustas de la dirección. En estos momentos aparecen en la escena los alumnos: ya que en ellos es, por supuesto, mucho más fácil proyectar las emociones negativas acumuladas y, entonces, liberarlas. Esta “ventilación emocional” puede tomar diferentes maneras. Algunos directamente se quejan con los alumnos sobre la intransigencia del director involucrándolos a ellos en lo que pasa en las reuniones del cuerpo pedagógico de la institución; desenmascaran los lados oscuros de la vida de la escuela, muchas veces, sobredimensionándolos y subjetivando en demasía.
Otros, sin embargo, ventilan sus estados nerviosos directamente en los alumnos: elevando, de pronto, las exigencias, creando un clima hostil, intranquilo y temerario. Radicalmente cambian su estilo de trabajo: de los que promovían intercambio se vuelven meros informantes, de los democráticos pasan a ser autoritarios. Como consecuencia, empeora tanto la calidad del trabajo con los alumnos como el rendimiento académico. En muchos alumnos, que eran buenos hasta este momento, aparecen las dificultades en el aprendizaje y dificultades de conducta antes no observadas y, ligados a esto, estados de inseguridad, insatisfacción y frustración.
Estrategias para manejar la situación
Desarrollar una efectiva comunicación; la educación es intercambio de cultura, es un proceso multilateral, no un monólogo, por lo tanto, es importante escuchar y ser escuchado. Además, se debe tener presente que las palabras, no son solo su significado, sino que incluyen, además, el tono con que se dicen y cómo se escuchan. Muchas veces en lugar de llamar la atención, y trasmitir un mensaje adecuado, lo que se hace es regañar y acrecentar el conflicto.
Crear un ambiente de proximidad, empatía y participación. Se deben trabajar coordinadamente entre los docentes los elementos afectivos de la relación docente-estudiante; estudiante-estudiante, así como el vínculo con la familia y la comunidad.
Cuidar la justicia escolar, es decir, reaccionar de igual manera ante la misma situación, aunque se trate de estudiantes diferentes; así como evaluar con justeza el aprendizaje y el desarrollo personal.
Estimular la curiosidad, el estudiante debe percibir que el contenido de aprendizaje le va a ser de utilidad para toda su vida, debe despertar las emociones, sentimientos y valores.
Facilitar y acompañar la participación de todos y cada uno de los estudiantes en el proceso educativo, a partir de un aprendizaje significativo y cooperativo, lo que favorece el conocimiento mutuo, la solidaridad y el apoyo grupal para solucionar las dificultades y desarrollar las potencialidades.
Emplear los estudios de casos, los intercambios de roles, la negociación, las reuniones de padres y las escuelas de educación familiar; como premisas y métodos para fortalecer la prevención de conflictos estudiantiles.
Atender el programa de salud escolar, para mejorar la autoestima, la inclusión y el respeto a las diferencias.
Fortalecer el papel de las organizaciones estudiantiles en función de la labor preventiva, incluyendo su capacitación.
Entrevista Director Liceo JEE Eladio Peña De La Rosa, Moca, Rep. Dom.
En respuesta nos dice que actualmente enfrentan una gran situación debido a que la educación en el hogar se ha ido deteriorando a niveles críticos debido al consumo masivo de música, videos y demás medios que utilizan pornografía, palabras obscenas y muchas cosas más. Hay situaciones de estudiantes que no se dejan guiar ni de sus padres, por tanto, han recurrido hasta la expulsión de los mismos.
Entrevista Directora del Centro Educativo Juan Crisóstomo Estrella, Moca, Rep. Dom.
Esta nos dice que es un caso que ataca los centros educativos debido al deterioro que afecta una parte de la sociedad, la pérdida de valores y la descomposición familiar. Nos informa que ocurridos casos donde docentes han sido atacados por estudiantes, pero que es responsabilidad de los padres no inculcar respeto a sus hijos.
Conclusión
En remate los conflictos que involucren un docente con un estudiante va más allá de las responsabilidades que involucren solo la institución educativa sino a la formación en sus hogares. El profesor debe considerar todos los escenarios para actuar en caso de algún conflicto dentro del aula. Este protocolo hará que el docente pueda controlar la situación con la ayuda de los otros estudiantes. Si se afrontan este tipo de situaciones de la manera adecuada, sin violencia y a través del diálogo y el respeto mutuo, se pueden alcanzar resultados positivos. Las diferencias de intereses u opiniones son necesarias para provocar ciertos cambios y permiten mejorar las bases de la convivencia, en este caso dentro de la escuela.
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