Introducción
En el transcurso del tiempo hemos visto los múltiples casos de conflictos entre estudiantes algunos han llegado a niveles graves y hasta involucrar sus padres. Es imposible enumeras los conflictos que se dan en un centro educativo, pues son tan variados como variadas somos las personas y nuestras relaciones interpersonales. La escuela es un reflejo de la sociedad y como tal, en ella nos encontramos los mismos conflictos que hay en la sociedad, pero concentrados entre cuatro paredes y durante largas horas seguidas.
Conflictos entre estudiantes
Una atmósfera competitiva: cuando hay un ambiente muy competitivo en el aula, los estudiantes aprenden a trabajar rivalizando contra los demás, en lugar de hacerlo con los demás.
Los conflictos frecuentemente surgen por:
Una actitud egoísta de todos.
Falta de habilidades para trabajar en equipo.
Estudiantes que se sienten obligados a ganar en sus interacciones porque perder tiene como efecto lesiones en la autoestima.
Falta de confianza en el maestro o en los compañeros de clase.
Competencia en momentos inadecuados.
Un ambiente intolerante: un aula intolerante es un aula hostil, en la cual hay desconfianza. Frecuentemente está fraccionada y simplemente es molesta, llena de estudiantes que no saben ser colaboradores, tolerantes o siquiera amables.
Los conflictos pueden surgir por:
La formación de pandillas/bandos y la búsqueda de chivos expiatorios.
La intolerancia ante las diferencias raciales o culturales.
La falta de apoyo entre los compañeros de clase que llevan a la soledad y el aislamiento.
El resentimiento ante los logros, las posesiones o las cualidades de los otros.
La comunicación ineficaz: muchos conflictos pueden atribuirse a malentendidos o percepciones erróneas de las intenciones, los sentimientos, las necesidades o las acciones de los otros.
La comunicación precaria también puede contribuir a los conflictos cuando los estudiantes:
No saben expresar sus necesidades y deseos eficazmente.
No encuentran espacios para plantear sus emociones y necesidades o se sienten temerosos de hacerlo.
No pueden escucharse entre sí.
No observan cuidadosamente.
La expresión inadecuada de los sentimientos: todos los conflictos tienen un componente afectivo y la forma en que los niños expresan sus emociones tiene un papel importante en cómo se desarrollan los conflictos.
Los conflictos pueden crecer/escalar cuando los estudiantes:
No están en contacto con sus propios sentimientos.
No conocen maneras no agresivas de expresar su enojo y frustración.
Reprimen sus emociones.
Les falta autocontrol.
La carencia de habilidades para la resolución de conflictos: los conflictos del aula pueden escalar cuando los estudiantes -y los maestros- no saben cómo responder de manera creativa ante los inconvenientes. Los padres y el grupo de compañeros a menudo recompensan los enfoques violentos o muy agresivos ante los conflictos, e indudablemente hay modelos sociales para este tipo de conductas, como los de la televisión. Hay otros factores que pueden afectar la adquisición de habilidades para la resolución de conflictos, como la madurez general del niño y su nivel de desarrollo moral.
Abuso de poder por parte del maestro: puede ser desconcertante pensar que al emplear mal su poder en el aula el docente pueda crear una gran cantidad de conflictos, pero es verdad.
En primer lugar, el educador tiene una influencia muy fuerte en los factores nombrados anteriormente y, en segundo lugar, puede contribuir a los conflictos en el aula siempre que:
Produzca frustración en un estudiante al fijarle expectativas irracionales o increíblemente altas.
Maneje una clase con muchas reglas inflexibles.
Continuamente acuda al uso autoritario del poder.
Establezca una atmósfera de temor y de desconfianza.
Estos problemas se presentan en cualquier momento, aun en las aulas mejor manejadas.
Efectos
En la víctima produce miedo y rechazo al contexto en el que se sufre la violencia, pérdida de confianza en uno mismo y en los demás, así como diversas dificultades que pueden derivarse de estos problemas: de rendimiento escolar, baja autoestima.
En el agresor aumentan los problemas que le llevaron a abusar de su fuerza: disminuye su capacidad de comprensión moral y de empatía, al tiempo que refuerza un estilo violento de interacción que representa un grave problema para su propio desarrollo.
En las personas que no participan directamente de la violencia pero que conviven con ella sin hacer nada para evitarla puede producir, aunque en menor grado, problemas: miedo a poder ser víctima, reducción de la empatía...; y contribuyen a que aumente la falta de sensibilidad, la apatía y la insolidaridad respecto a los problemas de los demás.
En el contexto institucional en el que se produce, la violencia reduce la calidad de la vida de las personas, dificulta el logro de la mayoría de sus objetivos y hace que aumenten los problemas y tensiones que la provocaron.
Estas situaciones exigen, para prevenir o detener la violencia que a veces se produce en la escuela, el desarrollo de estrategias adecuadas que conduzcan a:
a) Adoptar un estilo no violento para expresar las tensiones y resolver los conflictos que puedan surgir;
b) Desarrollar una cultura de la no violencia, rechazando explícitamente cualquier comportamiento que provoque la intimidación y la victimización, y
c) Romper la «conspiración del silencio» que suele establecerse en torno a la violencia.
La victimización se produce cuando el abuso y maltrato se prolonga en el tiempo, siendo percibido por la víctima como algo muy frecuente en su vida, y adquiere formas que la propia víctima considera muy dañinas. A su vez, desde la posición del agresor, hay victimización cuando su comportamiento se repite y se prolonga en el tiempo y adquiere formas que reconoce como crueles, aunque tienda a justificarlas. Ambos comportamientos, aunque de difícil definición, constituyen un verdadero problema para la educación de los chicos y chicas porque ejercen una dañina repercusión en el desarrollo de su personalidad social, especialmente si se prolongan en el tiempo, se repiten en sus distintas formas y dejan a la víctima sin recursos sociales para salir de la situación creada.
Estrategias para manejar la situación
Los conflictos, en forma de disputas, peleas, discusiones, mal ambiente, etc. son situaciones inherentes a todas las aulas. El principal problema es que los niños y adolescentes no suelen tener la madurez psicológica y de personalidad necesaria para gestionar estas situaciones de una forma serena y objetiva.
Aprender a vivir juntos debe formar parte de lo que entendemos por calidad educativa. Aprender a vivir juntos es una necesidad, más que un problema. Aprender a Ser, aprender a Conocer, aprender a Hacer y aprender a convivir constituyen los cuatro pilares de la educación.
Para manejar correctamente dicha situación podemos tomar en cuenta las siguientes acciones:
Permitir a los niños contar su versión de lo ocurrido, explicando primero cuál es el problema y luego lo que ha pasado durante el conflicto.
Si el problema todavía persiste, el maestro debe ayudar a los participantes a desarrollar algunas soluciones posibles y escoger una para llevar a cabo.
Pedir a los actores que representen el conflicto, ayudándoles con preguntas claves en caso necesario.
Analizar lo ocurrido en el juego y tratar de extraer lecciones para aplicar en la vida real respondiendo a preguntas del tipo: ¿cómo podría haberse prevenido el conflicto?, ¿cómo se sentían los personajes en la situación?, ¿fue una solución satisfactoria? o ¿qué otras soluciones podrían haber funcionado?
Si el problema se ha resuelto, preguntar a los participantes cómo han conseguido llegar a un acuerdo o consenso.
Entrevista al Director Liceo JEE Eladio Peña De La Rosa, Moca, Rep.Dom.
Desde su experiencia nos cuenta que han ocurrido múltiples conflictos dentro del Centro pero que se han tomado las medidas correspondientes entre ellas dirigirlos al departamento de orientación y en casos más graves la presencia de sus padres.
Entrevista Directora Centro Educativo Cacique, Moca, Rep. Dom.
En este centro bajo el criterio de su directora nos cuenta que son frecuentes debido a que los estudiantes en su mayoría son niños imperativos y que su principal detonante de conflictos son las burlas o desafíos entre ellos. Para resolver cada conflicto emplea distintos métodos en busca de soluciones y en casos más preocupantes sugiere a los padres sean llevados a otros centros especializados en salud mental.
Conclusión
Los conflictos estudiantiles en efecto a esta investigación hemos notado que su principal detonante son situaciones donde los estudiantes siente burlas e incluso competencias entre ellos. Nuestro reto en la escuela debe ser aprender a construir a partir de ellos, convivir con los conflictos y nosotros, como educadores, debemos estar preparados para educar en el conflicto. Debe ser una oportunidad de cambio, de crecimiento, de aprendizaje, ya que no debemos pretender eliminar algo tan natural en el ser humano, tanto es así que hay autores que lo consideran inherente a nosotros mismos.
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